Bermejo: el paraíso boliviano donde los argentinos ahorran hasta un 75%

Por día, miles de argentinos cruzan la frontera hacia Bermejo, Bolivia, para llenar sus bolsos de productos a precios que en su país resultan inalcanzables. Entre la crisis económica argentina y una diferencia cambiaria favorable, este rincón fronterizo se ha convertido en un fenómeno comercial que desafía las lógicas del consumo y la legalidad.

En medio de un calor implacable, con el sol golpeando el asfalto y el bullicio constante de compradores, Bermejo late como un corazón comercial que nunca descansa. Diariamente, entre 2.000 y 3.000 argentinos —dependiendo del día— cruzan desde Aguas Blancas hacia esta ciudad boliviana, con un único objetivo: comprar barato.

Lo hacen sabiendo que pueden ahorrar entre un 30% y un 75% respecto a los precios en Argentina. Las cifras son claras. Un aire acondicionado de 3.000 frigorías que en Salta cuesta cerca de 700.000 pesos argentinos, en Bermejo se consigue por menos de 330.000. Una diferencia que habla por sí sola y que, en un contexto de inflación desbocada y salarios deprimidos en Argentina, convierte a Bermejo en un destino obligado para quienes necesitan estirar el dinero.

La ventaja geográfica

Bermejo está ubicado en el departamento de Tarija, al sur de Bolivia, y colinda directamente con Aguas Blancas, en la provincia de Salta, Argentina. Ambas ciudades están unidas por un puente internacional y el río Bermejo, que se cruza de manera legal o ilegal según el apuro o el presupuesto.

El tipo de cambio es uno de los grandes protagonistas de esta historia. Hoy, un peso argentino equivale a unos 9,50 bolivianos en el mercado informal, lo que potencia el poder adquisitivo de los visitantes. A eso se suma una economía boliviana con precios relativamente estables, bajos aranceles de importación y escasa fiscalización tributaria en zonas de frontera.

Sectores como el textil, calzado, electrónica, neumáticos, combustibles y artículos del hogar son los más buscados. Además, muchas de las compras no son solo para uso personal, sino para reventa en otras ciudades argentinas como Orán, Salta o Jujuy, donde los márgenes de ganancia siguen siendo considerables.

Voces desde la frontera

“Vengo cada 15 días y me llevo ropa deportiva, camisetas de fútbol, algo de electrónica. Es impresionante la diferencia de precios”, cuenta María al diario argentino La Nación, una comerciante de Orán que recorre los pasillos del mercado bermejeño con una libreta en mano y una lista de pedidos que sus clientes le hicieron por WhatsApp.

Del otro lado del mostrador, Rubén, dueño de una tienda de calzado, reconoce que la mayoría de sus ventas son a clientes argentinos. “Acá se vende por docena, no por unidad. Les conviene. Compran 12 pares de zapatillas por menos de lo que allá pagan por 3”, afirma a La Nación, mientras un pasador de confianza organiza la logística para trasladar la mercadería.

Según la Cámara de Comercio de Bermejo, el 70% de la actividad comercial de la ciudad depende directa o indirectamente de los compradores extranjeros. “Es una economía fronteriza, con reglas propias. El desafío es mantener el equilibrio entre el dinamismo del comercio y el respeto a las normas”, señala uno de sus representantes.

Economía local

El impacto económico de este fenómeno en Bermejo es indiscutible. La ciudad ha experimentado un auge comercial sin precedentes: más tiendas, más empleo informal, más circulación de efectivo. Sin embargo, también enfrenta desafíos como el aumento en los precios de algunos productos, escasez temporal de mercadería y una presión creciente sobre los servicios públicos y la infraestructura urbana.

“Hay días en que no damos abasto. La ciudad se llena, los precios suben y algunos productos se agotan. Pero también se genera empleo, especialmente en el transporte, el comercio y la gastronomía”, explica al periódico Todo Jujuy Ernesto, conductor de mototaxi, mientras espera a una familia argentina con bolsas repletas.

El auge del comercio informal y el contrabando también ha generado tensiones con las autoridades argentinas, que recientemente comenzaron la construcción de un cerco de 200 metros como parte del “Plan Güemes”, destinado a controlar el tráfico ilegal de mercancías y drogas.

Cómo llegar

Para llegar a Bermejo desde Argentina hay dos rutas principales: por el puente internacional, que incluye controles migratorios y aduaneros, o por el río, en embarcaciones informales llamadas “chalanas”. Estas últimas, aunque ilegales, son rápidas, económicas y populares. Por solo 1.000 pesos argentinos (unos Bs 6,43), los visitantes cruzan el río en menos de cinco minutos y evitan trámites.

Ya en el mercado, todo se vende en paquetes o por docena. Las zapatillas tipo “Kike” (imitación de Nike), las camisetas deportivas o las camisas de imitación marca “Bcss” (una parodia de Boss) son parte del ecosistema comercial de Bermejo. Lo que prima no es la autenticidad, sino el precio.

Algunos precios de referencia:

-Zapatillas por docena: Bs 1.273,50 (unos 198.000 pesos argentinos), es decir Bs 106,12 (16.500 pesos) por par.

-Camisetas deportivas: entre Bs 353,75 (55.000 pesos) y Bs 418,07 (65.000 pesos).

-Camperas por docena: Bs 996,93 (155.000 pesos).

-Neumáticos rodado 14: cerca de Bs 1.273 (200.000 pesos), frente a los 400.000 o más que cuestan en Argentina.

Para los compradores, es importante saber que la Aduana argentina tiene límites estrictos para el ingreso de productos sin declarar. Los controles se han intensificado, sobre todo para paquetes grandes, ropa y electrodomésticos. Aun así, muchos cruzan con pasadores que conocen al detalle las rutas, los horarios y las “costumbres toleradas”.

Contrabando y narcotráfico

No todo es color de rosa. El comercio fronterizo también está atravesado por actividades ilegales. La Aduana argentina y la Gendarmería han detectado casos de droga escondida en fardos de ropa y electrodomésticos, lo que ha generado preocupación y nuevas estrategias de control.

“El problema no es solo el contrabando. Hay redes que aprovechan esta dinámica para mover drogas. Por eso ahora se revisa todo, hasta los termos”, explicó a la Nación un funcionario del área de seguridad argentino.

Los pasadores —personas que cruzan mercadería sin declarar— son parte del paisaje. Algunos lo hacen por necesidad; otros, como parte de un negocio más grande. La informalidad es moneda corriente, y las normas aduaneras, muchas veces, son solo un detalle ignorado por ambas orillas.

Mayor flujo

A medida que la crisis económica en Argentina se profundiza, el flujo hacia Bermejo podría intensificarse aún más. Sin embargo, persisten dudas sobre la sostenibilidad de este modelo.

“Si no se regulan mejor las fronteras y no se apoya al comercio formal, esto podría volverse inmanejable. Hoy hay dinamismo, pero también hay caos”, advierte el presidente del Colegio Departamental de Economistas de Tarija, Fernando Romero.

Al mismo tiempo, desde Bolivia, algunos sectores plantean la necesidad de formalizar los negocios, emitir comprobantes y garantizar mejores condiciones laborales en la ciudad. “Queremos que Bermejo sea un polo comercial legal, no solo una feria de precios bajos”, afirmó un concejal local.

Bermejo es hoy mucho más que una ciudad de frontera: es un reflejo crudo de las asimetrías económicas entre dos países vecinos. Para los argentinos, representa una válvula de escape ante los altos precios internos. Para los bolivianos, una fuente de ingresos, empleo y oportunidades. Pero también, un espacio donde la legalidad convive con la informalidad y donde las soluciones estructurales siguen pendientes.

En un contexto donde el ahorro se ha vuelto una obsesión para muchos, Bermejo ofrece una alternativa concreta. Pero también plantea interrogantes sobre los límites del comercio sin control, las relaciones fronterizas y el futuro de una economía binacional que camina por la cornisa.

Via: Los Tiempos

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