“Mientras hay vida hay esperanza” repiten como mantra en el cuartel general del arcismo, siempre optimista, que se felicitan por haber llegado al fin de la gestión cuasi ilesos con lo que podía haber sido.
Luis Arce sorteó dos crisis duras de provisión de hidrocarburos, una subida de casi el 50% del precio del dólar en el mercado paralelo, la peor temporada de incendios en años y aunque su popularidad se ha derrumbado, según las encuestas financiadas mayormente por opositores, ha llegado al fin de año con el Tribunal Constitucional en el bolsillo aun después de las Judiciales, con Evo Morales contra las cuerdas por los casos relacionados a sus relaciones con menores y con la sigla del Movimiento Al Socialismo (MAS) también a su disposición, aunque haya tomado la forma de activo tóxico.
El inicio del nuevo año fiscal con presupuesto aprobado por decreto supone ciertas facilidades para acomodar las partidas, pero aún así se ve complicado que Luis Arce pueda subir en las encuestas lo necesario como para poder pugnar por el espacio hegemónico del MAS, peor si además Evo Morales resigna su candidatura y cede ante algún eventual delfín, no necesariamente Andrónico Rodríguez.
El momento Del Castillo
La alternativa tiene nombre y plan, aunque todavía tiene algunas resistencias en el arcismo que debe vencer. Se llama Eduardo del Castillo.
Del Castillo lleva trabajando en su perfil desde que puso un pie en el Ministerio de Gobierno, pero lleva mucho más tiempo trabajando en cómo llegar hasta ese lugar. Nació y creció en santa Cruz, pero no dudó en marcharse a completar estudios a La Paz, donde se cuece el poder, y donde no tardó en acomodarse en los círculos de Álvaro García Linera de la mano de Adriana Salvatierra.
Creció en la Asamblea Plurinacional y tuvo su pulso con Eva Copa en los tiempos de Jeanine Áñez, pero siempre fue “un hombre de acción”. Estudió a Juan Ramón Quintana y también a Arturo Murillo, leyó las “nuevas” teorías de los hombres fuertes y las estrategias hiperpersonalistas, y se enfundó el traje de camuflaje militar cada vez que tuvo ocasión: helicópteros y reels de TikTok, una marca construida.
El círculo de Evo Morales esperaba que articulara la purga sobre la Policía, que nunca hizo, además de las detenciones masivas contra los “organizadores del golpe”, pero Del Castillo midió los tiempos: primero Áñez tras sufrir una sonrojantes derrota en las departamentales del Beni y después Camacho, cuando los cruceños se habían agotado de pulsear sin mucho rumbo contra el Gobierno por el censo. Para entonces ya se había convertido en el enemigo número 1 del evismo y el cruce de acusaciones sobre la complicidad con el narcotráfico de unos y de otros pasó el límite de la decencia, aunque evidentemente nadie investigó nada… ni cuando huyó Marset quien sabe ayudado por quién.
El asunto de las movilidades incautadas y entregadas por Arce le costó una censura en la asamblea. Y Arce atravesó la pared: lo destituyó y lo volvió a posesionar el mismo día. Como Áñez. No había vuelta atrás.
El intercambio de golpes no paró y en septiembre de este año se jugaron la carta “ganadora”: La aprehensión de Evo Morales por sus relaciones con menores. Desde entonces Del Castillo ha arrinconado al expresidente – frenó la marcha, intervino los bloqueos sin muertos y le ha mostrado los dientes en dos ocasiones, cuando ha estado al borde de la aprehensión.
La tercera, dicen, será la definitiva, pero el equipo de Del Castillo trabaja para encajarla en el mejor momento electoral: su carta es la aprehensión con presentación pública cueste lo que cueste y genere el impacto que genere en la esfera internacional. Aprehender a Juan Ramón Quintana puede ser la antesala con un efecto similar. Por lo que pueda pasar, Del Castillo presenta su propio informe de fin de año con sus “1.500 días en el Ministerio de Gobierno” y recorre el país besando abuelas y entregando juguetes a los niños.
El cálculo es que, de entrada, la aprehensión le duplique la intención de voto y llegue al entorno del 20% solo con base del MAS; además, rápidamente se presentaría una nueva plataforma con un nuevo nombre, de corte popular pero diferenciado del indigenismo del MAS con el que se pretende sumar voto urbano. A partir de ahí fijar posición al estilo Nayib Bukele: hombre fuerte e intransigente, que rompa lazos con el pasado y tal vez encuadrar un marco de relación estable con Santa Cruz.
La audiencia cautelar de Evo Morales será el 14 de enero en Tarija. Los cronómetros están a cero.
Via: El País