La encrucijada definitiva del MNR

Sin duda uno de los partidos que más arriesga en las elecciones del 17 de agosto es el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), el partido clave de la historia boliviana que ha jugado roles vitales en el 52, en el 85 y en 2003, que ha mutado de tácticas, de aliados, que ha sido capaz de reformularse a sí mismo varias veces incluso con el mismo líder al frente, Víctor Paz Estenssoro, y que después de 20 años de reconstrucción, parece haberse cansado de desprecios.

Algún día el jefe nacional del MNR, Johnny Torres, explicará los detalles de una jornada de infarto que culminó semanas de negociaciones a varias bandas y que le llevó a tomar una de las decisiones más cruciales de su ya larga carrera política: inscribir en solitario al MNR.

Torres recibió del comando nacional los poderes para firmar la alianza donde hubiera mayores opciones para derrotar al MAS, y en eso empezó a negociar. Hace un mes trascendió un video donde Torres abogaba por la alianza dentro del bloque tradicional con Samuel Doria Medina, un viejo amigo con quien ya había tenido sus más y sus menos en 2014, cuando también dejó al MNR colgado en el “Frente Amplio” para irse con Rubén Costas en Unidad Demócrata.

El video hablaba de las contrapartidas de la decisión, pues así se negocia en política, pero no cayó bien al otro lado. Con Torres no hubo fotografía en el Hotel Europa al adherirse a la alianza (como sí hubo con “ilustres desconocidos” como Amparo Ballivián o Vicente Cuéllar), y tampoco llegó Doria Medina nunca a Tarija a recibir el apoyo del octogenario partido.

En esas, también se supo que hubo conversaciones con Jaime Dunn, el opositor economista de moda, versión bolivianizada del libertarismo de Javier Milei y apadrinado por el empresario Marcelo Claure, que lo colocó al frente de su programa de laboratorio de Harvard Bolivia 360.

Miembros connotados como Luis Eduardo Siles han señalado que fue Dunn quien se acercó al MNR y no al revés, y de hecho fue Siles quien peor encajó la apuesta por Doria Medina, al considerar que era el momento de que el MNR volviera a ser protagonista de un momento crucial en la historia del país. Sin embargo, Dunn no aseguró nada con el MNR. Al menos de momento.

El MNR no podía quedarse fuera por una poderosa razón: en 2020 le prestó la sigla a Tuto Quiroga, que al final decidió borrarse dejando al partido en apuros, por lo que su concurso en 2025 era obligatorio, y en esas, Torres siempre apostó por una plataforma de seguridad citando a Víctor Paz: Primero la patria, después el partido, y al final, yo. Pero salió mal.

La última vez que el MNR concursó en solitario fue en 2019, llevó a Virginio Lema al frente, un empresario tarijeño con pasado en el MIR y familia de ADN que hizo una campaña muy de los nuevos manuales, de imagen y redes, con múltiples promesas y un mate en la mano y que acabó con un 0,69%, pero la elección fue anulada por los motivos que todos conocemos.

Torres y la plana mayor del MNR tienen un mes para planificar sus movimientos y no quedar descolocado. Las opciones son múltiples y el objetivo uno: salvar el partido.

  • La opción 1 es seguir negociando con Jaime Dunn o algún otro candidato de tirón nacional que pueda salvar la sigla con solvencia.
  • La opción 2 es emprender la campaña del verdadero voto útil tirando de historia del MNR en un momento en el que las oposiciones post – 2003 se han demostrado incapaces de romper sus techos de cristal y desprenderse de sus ambiciones. Ahí un candidato histórico del partido, tipo Mario Cossío, pueda encabezar una candidatura que movilice al resto de históricos con esos propósitos.
  • La opción 3 es que sea el propio Torres el que tenga que asumir ese rol.
  • Y obviamente siempre habrá más opciones, porque se trata del MNR, el partido que enseñó a Bolivia a hacer política y a buscar lo posible en lo impensable.

Via: El País

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