Más que una caricatura, Los Simpson se consolidan como un reflejo de la sociedad, exagerado, pero profundamente reconocible. Incluso en sus episodios más absurdos, la serie plantea críticas sociales que incomodan y preguntas que invitan a la reflexión. En un contexto donde la información se diluye y la política se confunde con el espectáculo, esta producción se mantiene como una de las pocas capaces de observar la realidad con claridad y sentido crítico.
“Los Simpson se constituyeron en un referente cultural de crítica social. En un inicio era una caricatura más, incluso vista por niños pequeños, pero muy pronto quedó claro que estaba pensada para un público adulto. Fuimos los adultos quienes nos convertimos en sus mayores fanáticos porque la serie hacía un ejercicio de crítica permanente a la cotidianidad de la sociedad estadounidense”, explica Javier Zarate Taborga, docente de la carrera de Periodismo en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Aunque su fama se basa en el humor, Los Simpson ejercieron una influencia constante en ámbitos como la política, la educación, las relaciones familiares e incluso en la forma en que se percibe la realidad. Muchos de sus episodios han sido tomados como predicciones, cuando en realidad fueron lecturas tempranas de problemáticas sociales. Con más de tres décadas en emisión, la serie demostró una notable capacidad para anticiparse a los cambios del mundo.
“Lo interesante es que no retrataban ese Estados Unidos de series como Friends o Seinfeld, con personajes humanos en ciudades costeras. Los Simpson reflejaban a esa clase media empobrecida del centro del país, con trabajos precarios, autos viejos y figuras incompetentes tanto en el poder económico como en la Policía, todo desde el dibujo animado, lo que les permitía mostrar cosas imposibles de reproducir con actores reales”, comenta el docente.
Cada 19 de abril se celebra el Día Mundial de Los Simpson porque en similar fecha, pero de 1987, esta familia amarilla hizo su primera aparición en televisión. Aunque no fue hasta 1989 que estrenaron su propia serie, ese primer sketch fue el punto de partida de una historia que transformaría el entretenimiento global. Desde entonces, Los Simpson pasaron de ser una simple animación a una herramienta para interpretar el presente, y a veces, el futuro.
Un producto cultural y de sátira social
Antonio Letelier, académico de la Escuela de Psicología de la Universidad de Santiago (Usach), sostiene que, como todos los productos de la sociedad donde los medios de comunicación de masas son centrales, hay productos culturales que se instalan como vehículos de identificación.
“Los Simpson sintetizan la vivencia imperfecta del individuo que vive en una sociedad neoliberal, dan cuenta del malestar de ese sujeto porque no representan a la ‘familia ideal’, representan más bien una carencia, un síntoma, la transvaloración de las sociedades capitalistas”, puntualiza.
En la misma línea, Zárate explica que a partir de la tercera o cuarta temporada, la serie comenzó a reflejar contradicciones más profundas de la cultura occidental en general.
“Empezaron a aparecer personajes globales, del deporte, la política, figuras internacionales que eran parte de un ejercicio de crítica generalizada al momento social del mundo”, añade.
Desde el primer alcalde corrupto hasta los retratos grotescos de presidentes, Los Simpson no tuvieron reparo en retratar lo absurdo del poder. Su crítica fue transversal contra políticos vacíos, campañas absurdas, ciudadanos manipulables, sistemas que no funcionan. En Springfield, todos los cargos públicos son una caricatura, pero también una advertencia. Detrás del humor hay un mensaje serio, cuando el poder se convierte en espectáculo, la democracia pierde el rumbo.
“Ver un capítulo de los años 90, hoy, puede resultar incomprensible para alguien de 20 años, porque Los Simpson respondían a una realidad social muy concreta. Por eso necesitaban un código de interpretación contemporáneo. Y es ahí donde radica su valor, eran una crítica hecha desde y para su tiempo, pero que dejó huella en quienes la vivieron”, destaca el académico.
Una fuente de aprendizaje
Muchos maestros recurren a capítulos de Los Simpson para explicar temas complejos; desde el pensamiento crítico hasta teorías económicas. La serie se convirtió en una fuente alternativa de aprendizaje porque es accesible, visual y llena de referencias culturales.
“Sí, Los Simpson lograron incomodar al poder en varias ocasiones dentro de los Estados Unidos. Pero con el tiempo, ser retratado por la serie pasó a ser motivo de orgullo. Convertirse en un personaje de un episodio era símbolo de relevancia cultural. Incluso Trump apareció en la serie mucho antes de ser presidente”, destaca el docente universitario.
Los Simpson dejaron de ser una serie pensada exclusivamente para el público norteamericano y se convirtieron en un fenómeno global, con una influencia especialmente profunda en América Latina. En la región, la serie no solo fue vista, sino apropiada culturalmente. Muchos de sus chistes, situaciones y personajes terminaron integrándose al día a día de varias generaciones.
“Hablaba del mundial de fútbol, de crisis ambientales, del poder económico y hasta de temas como la industria nuclear, con íconos como el pez de tres ojos o el señor Burns. Eso la convirtió en una forma de representación crítica del mundo occidental”, afirma Zárate.
Aporte histórico y cultural
A más de 30 años de su creación, y con más de 700 capítulos emitidos, el impacto de esta serie sigue vigente. Aunque muchos critican que las últimas temporadas perdieron frescura, el valor histórico y cultural de la serie es innegable. Fueron pioneros en hablar de temas incómodos, como la religión, la sexualidad, la censura, el racismo o la destrucción ambiental, mucho antes de que fueran tendencia.
“Aunque su crítica fue episódica y no siempre constante, si uno hace el ejercicio intencionado de mirar la serie como un todo, Los Simpson sí pueden entenderse como un ejemplo interesante, y entretenido, de crítica social. No fue una crítica sistemática, pero sí profunda en momentos clave”, concluye.
Los Simpson nos enseñaron que es posible mirar el mundo con ironía sin dejar de tomárselo en serio, que se puede criticar al sistema desde una caricatura, que el humor puede ser más profundo que un discurso político. En tiempos donde todo parece estar al borde del colapso, ellos siguen ahí, con su amarillo chillón, su sarcasmo eterno y su capacidad única para hacernos reír, justo antes de hacernos pensar.
Via: El Deber